En el Ayuntamiento de A Guarda (Pontevedra) se encuentra el Castro de Santa Trega. Desde él, podréis obtener la “mejor panorámica castreña entre dos países”. Como no puede ser de otra manera, las vistas desde allí son inmejorables: Galicia, capitaneada por el puerto de A Guarda, el poderoso océano Atlántico y la vecina costa portuguesa conforman el horizonte.
Este poblado, situado a 341 metros de altura, llegó a acoger a unas 5 000 personas durante su época de mayor esplendor, allá por el siglo I a. C., y era uno de los más grandes del noroeste peninsular. Está formado por viviendas ovaladas en su mayor parte, pero también las hay rectangulares, con esquinas redondeadas, por influencia de los romanos. Aunque os parezca un poblado caótico, hay un orden lógico alrededor de “unidades familiares”, que os podríais animar a descubrir, así como los petróglifos que se encuentran fuera y dentro del recinto. Sus moradores tenían una economía autónoma y también elaboraban cerámicas, joyas, tejidos e instrumentos a los que podréis poner forma en el museo arqueológicosituado en el pueblo.
Y, hablando del pueblo, acercaros hasta A Guarda, donde una visita al puerto es parada obligada. Allí podréis ver como las embarcaciones descansan antes de comenzar un nuevo día de faena, siempre con el sonido de las gaviotas y el leve runrún de los motores de los barcos como telón de fondo.
El broche final a esta jornada podemos ponerlo viendo atardecer en alguna de las terrazas de la villa mientras degustáis una langosta fresca, cuya fiesta gastronómica se celebra en julio.