Santa Tecla: Un Lugar por Descubrir
Un castro galaico y un sitio arqueológico que se encuentra en el contorno del monte Santa Tecla. En el municipio de La Guardia (Pontevedra) es un lugar privilegiado desde el que se domina todo el contorno de la desembocadura del Miño.
Se trata de un poblado castreño-romano cuya ocupación se sitúa dentro de la cultura castreña. Siguiendo las últimas excavaciones hechas se data su ocupación entre el siglo I A.C y el siglo I d. C., en un período en el que el proceso de romanización del noroeste peninsular ya comenzara. Su abandono coincidiría con las reformas administrativas llevadas a cabo por los emperadores de la Dinastía Flavia.
A pesar de esto el sistema constructivo refleja unas técnicas constructivos muy respetuosas con la tradición castreña (predominio casi absoluto de construcciones circulares frente a las rectangulares) y poco influenciado por la presencia romana (siempre urbanísticamente hablando), si bien estudios más pormenorizados podrán acercarnos más datos sobre esta mayor o menor influencia romana.
De la totalidad de lo excavado, un porcentaje muy bajo del tamaño estimado del asentamiento, en la actualidad solo es visitable la zona septentrional excavada en los años 80 y algunas construcciones de la zona más alta del monte. La zona o barrio oriental excavado por Mergelina y el excavado por otros equipos se encuentran cubiertos por los matorrales y árboles y casi no es perceptible. Este estado de abandono hace imposible su estudio. Esto, unido a la inexistencia de una planimetría del yacimiento, hace que sea muy complicado el estudio en conjunto del poblado.
Dimensiones
Está delimitado por una sencilla muralla que acoge una extensión de terreno con unos ejes máximos de 700 metros (norte-sur) y 300 metros (este-oeste). Si bien estas dimensiones no están debidamente confirmadas y la visión actual que se tiene del yacimiento está supeditada a las sistemáticas empleadas en su estudio arqueológico, el bajo porcentaje de terreno excavado y a los destrozos que tuvieron lugar desde su descubrimiento (carretera, construcciones en la cumbre, reforestación, etc.).
En el caso de que posteriores estudios confirmen estas dimensiones estaríamos en presencia de uno de los mayores castros de los encontrados hasta ahora tanto en tierras gallegas como del norte de Portugal.
La muralla
En el diseño de la muralla parece primar una función de delimitación del terreno respecto a su entorno, frente a las funciones defensiva o disuasoria.
La muralla fue realizada en cantería trabada con barro, no sobrepasando los 160 cm de grosor máximo, carece de cimentación y de momento no se han encontrado accesos interiores a ellas, como escaleras o rampas.
Se abre la puerta Norte en su extremo nordeste con un cuerpo de guardia a la derecha. Cara al extremo meridional, no visible hoy por culpa de la vegetación, se abre otra puerta con un sistema de acceso en ángulo recto.
El sistema de comunicaciones en el interior de la zona septentrional se basa en un camino de ronda pegado a la muralla que rodea las construcciones
Las cabañas
Casi todas ellas tienen plantas circulares u ovaladas y son exentas, no compartiendo paredes medianeras salvo contadas excepciones. También son excepción las pocas cabañas con planta rectangular y estas presentan, en su mayoría, esquinas en arco.
El grosor de sus paredes suele ser bastante uniforme, sobre 40 cm de media, y con un mejor acabado cara al exterior. La gran mayoría son de pequeñas dimensiones.
Se asientan directamente sobre la roca madre y sus muros estarían recubiertos con un mortero de cal y arena. Restos de pigmentación encontrados indicarían que los recebados estarían tintados con distintos colores.
Muchas de las cabañas presentan un vestíbulo de acceso que muchos autores entienden que se trata de un influjo mediterráneo adaptado a las características de las construcciones indígenas.
En el interior, algunas presentan bancos adosados y el pavimento en algunos casos es de tierra pisada y en otros de losa. En muchos de los umbrales de entrada se pueden ver los goznes, agujeros en los que se ajustarían las puertas.
En este castro se han encontrado una gran cantidad de jambas y dinteles monolíticos decorados con formas geométricas, sogueados, entrelazados. También se encontraron, empotrados en los muros, bloques monolíticos cilíndricos de no muy grandes dimensiones y con una de sus caras decoradas con formas geométricas como espirales, trisqueles, rosáceas o molinetes. Otros elementos, como peanas o los llamados amarraderos, presentan decoraciones similares y también representaciones de animales.
Los petroglifos
En la misma zona donde se levantó el poblado se ha comprobado la presencia humana aproximadamente 2.000 años antes. Testimonios de esta presencia son los grabados rupestres que dejaron en varias localizaciones del posterior castro. Muchos de estos petroglifos fueron cubiertos por las estructuras levantadas en el momento de la construcción del castro.
Entre las distintas representaciones que todavía hoy son visibles, representaciones geométricas, destaca la conocida como Laja Sagrada o Laja del Mapa que, situada en la parte alta del monte, está compuesta por varias espirales, círculos concéntricos y trazos lineales más o menos paralelos. Sus descubridores interpretaron que se trataba de un mapa de la desembocadura del Miño, hipótesis que carece de fundamento científico. Cercana a ésta, entre dos muros que la tapan parcialmente, se encuentra otra roca con grabados similares.
Lo que es evidente es que estos grabados no tienen ninguna relación con el castro ya que son producto de una sociedad que se desarrolló 2.000 años antes, en la etapa final del neolítico gallego.
Economía de la comunidad
La importancia de los cereales en la economía de la comunidad queda patente en los numerosos molinos manuales de piedra encontrados diseminados por toda la zona excavada, la mayoría de los molinos circulares tardíos, que algunos autores relacionan con la influencia romana.
Otros instrumentos encontrados como hachas, aixolas, podones y hoces de bronce y hierro hablan de la labor agrícola.
Destacan las grandes cantidades de cantos de talla monofacial, nódulos discoidales muy regulares encontrados sobre los pavimentos interiores de las estructuras. El primitivo diseño (similar a los Choppers, utensilios líticos muy rudimentarios y antiguos, del Paleolítico Inferior) y su posible utilidad causa extrañeza entre los estudiosos.
La recogida de frutos silvestres sería otra fuente de recursos testimoniada principalmente en los restos de bellotas carbonizadas que se encontraron.
En relación con la pesca se encontraron tres anzuelos de bronce y dos de hierro, y restos óseos de ejemplares de las familias Sparidae, Gadidae, Labridade y Morenidae, especies seguramente capturadas desde el mismo litoral. De los restos procedentes del marisqueo más de la mitad pertenecen a la lapa común (Patella vulgata), seguida en cantidad por el mejillón (Mytilus galloprovincialis), el bígaro común (Littorina littorea) y la peonza dentada (Monodonta lineata). Cabe destacar la ausencia de especies propias de zonas de arenal.
Entre las actividades artesanales testimoniadas la más extendida es la textil, testimomiada en la gran cantidad encontrada de pesas de telar, fusaiolas y en las agujas de bronce con ojo ovalado (todas rectas excepto una). Por el contrario son escasos los hallazgos relativos a la actividad metalúrgica, son algunos trozos de crisol y algún molde de piedra.
La actividad comercial debió de ser de gran importancia, tanta que su propia situación vendría determinada por su valor logístico para la navegación comercial marítima de cabotaje así como a fluvial (remontando el curso bajo del Miño). Con la llegada de los romanos la comunidad se incorporara al complejo sistema comercial marítimo y terrestre del Imperio.
El hallazgo de gran cantidad de restos cerámicos de ánforas confirman este comercio. La mayor parte de estos corresponden a modelos usados para el transporte de vino, otros modelos sería para el aceite (principalmente para servir de combustible de las lucernas) y otras mercaderías.
La piezas cerámicas encontradas, de vidrio y otros materiales, refuerzan la importancia de este comercio con el mundo romano (cerámicas campaniformes, de terra sigillata). Por último, el casi centenar de monedas encontradas, principalmente de los gobiernos de Augusto y Tiberio, un grupo de época republicana y otro conjunto de ejemplares acuñados en las cecas del valle del Ebro, nos acercan un nuevo dato sobre el proceso de incorporación al nuevo sistema comercial que estaba a vivir esta comunidad.