Conoce la Ría de Muros e Noia
El patrimonio oculto de las tierras que bordean la ría de Muros e Noia va a proporcionarnos un gran hato de sorpresas: castro rodeados por el mar, losas que hablan, cruceros, molinos y mucha de nuestra historia grabada en piedra. Conoce con Efigest Rural la Ría de Muros e Noia. ¡Única y Especial!
Comenzamos nuestra aventura por tierras de Porto do Son, en el asentamiento del castro de Baroña. El acceso hasta el castro se hace a pie por un camino de tierra custodiado por un gran pinar y una hermosa playa. Ya en el centro de la villa, podemos visitar el Centro de Interpretación del Castro de Baroña, donde podréis empaparos y conocer mejor la vida y la cultura de los castros gracias a los paneles, piezas originales, reproducciones y visitas guiadas. El centro está situado en el edificio que albergaba la antigua Casa del Ayuntamiento. Ya que estáis en Porto do Son, vale la pena dar un pequeño paseo por el puerto y tomar un delicioso aperitivo en alguna de sus terrazas.
Continuando por la línea de costa llegamos a la "Pequena Compostela", como es conocida la villa de Noia, para escuchar de cerca las lápidas que hablan. Para esta revelación es preciso acceder a la iglesia de Santa María a Nova, edificada sobre una Quintana de Mortos. Este cementerio, donde se conserva una gran colección de laudas sepulcrales, fue hecho con tierra traída desde Tierra Santa en galeones “noieses”, según cuenta una de las numerosas leyendas de la zona. Ya en el interior de esta iglesia gótica, pasead disfrutando con el juego de luces proporcionado por su impresionante rosetón. Sentad a contemplar con calma la capilla plateresca y el altar de estilo barroco. Más lo que sin duda os llamará la atención de este templo convertido en museo es el enorme depósito de laudas gremiales que flanquean sus muros. Entre las más de doscientas lápidas, podéis ver grabados el pico y la maza de un cantero, las tijeras de un sastre, el cuchillo de un carnicero, pasando por el ancla característica de los marineros o las figuras antropoides de los hidalgos. Las más antiguas son las que representan oficios medievales.
No podéis dejar Noia sin visitar su centro histórico, con encantadoras placitas y soportales dignos de cualquier villa medieval. Precisamente, cada año en el mes de julio, esta zona se engalana con estandartes de época para celebrar la conocida Feria Medieval.
Dejamos estos monumentos de piedra para dirigir nuestros pasos al ayuntamiento de Lousame, donde descubriremos el crucero del desencravo de Berrimes, obra del Santeiro de Chave. En realidad, todo el ayuntamiento es muy rico en estos elementos arquitectónicos que salpican montes, encrucijadas, fuentes, atrios o incluso puentes.
También en Lousame, visitaremos el monasterio de San Xusto de Toxosoutos al que podemos llegar haciendo una ruta de senderismo siguiendo el curso del río San Xusto. Una caminata muy agradable en un contorno verde, lleno de cascadas, puentes medievales y ruinas de antiguas fábricas. Al llegar al contorno del monasterio, pasead entre los restos del recinto que aún se conservan como los molinos, la huerta o el palomar. La paz y el silencio al que induce este lugar solo se rompe con el discurrir del agua sobre las rocas.
En el próximo ayuntamiento de Rois, encontramos otra pequeña joya: la iglesia barroca de San Vicente de Augas Santas que acoge retablos de 1738. Como remate para esta primera jornada, ponemos rumbo a Muros. Aprovechad que os cuadra de camino para hacer una última parada ante el crucero del desencravo de Eiroa, una obra de 1879 labrado en un único bloque granítico.
Sin decir una palabra, la marinera villa de Muros va a darnos cuenta de su pasado señorial simplemente dejándonos pasear por las calles del centro histórico, que tienen nombres tan curiosos como "Salud", "Esperanza", "Paciencia"… Os invitamos a dar un paseo y a ir descubriendo, despacio, sus tan sugestivos nombres que, de seguro, no os han de dejar indiferentes.
Un buen punto en el que iniciarlo es en la tranquila plaza del Ayuntamiento también denominada Curro da Praza, por haber celebrado aquí multitudinarias corridas de toros. Notaréis que las calles y las plazas de este recorrido están salpicadas por los restos de la antigua muralla, así como por las viviendas marineras. Estas típicas casas tenían uno o dos pisos con balcones, y un bajo con soportales, que en ocasiones quedan por debajo del nivel de las calles. Hace años, era frecuente ver en estos locales como los hombres arreglaban los aparejos de pesca mientras que las mujeres salaban y lavaban el pescado.
Aprovechad para coger fuerzas y disfrutar de la gastronomía local haciendo una parada en cualquiera de los bodegones o tabernas de la villa, en las que podréis degustar deliciosas tapas de pulpo o “caldeiradas” de pescado fresco mientras miráis hacia el pantalán, donde los barcos y las lanchas de los pescadores son mecidas por las olas del mar al amparo de los montes Costiña y Rebordiño.
Nuestra siguiente visita nos lleva hasta el centro de interpretación situado en el muíño de mareas de Pozo do Cachón, un mecanismo accionado por la fuerza de las mareas que fecha del primer cuarto del siglo XIX. Es uno de los más grandes de España de esta tipología, pero su valor no reside en su tamaño, sino en ser testigo etnográfico y cultural. A comienzos del siglo pasado, la gente acudía a este lugar a los llamados Baños de Santa Rita, un establecimiento especializado en la curación de enfermedades con base en baños templados de algas y aguas marinas.
Siguiendo la ruta por la costa y dejando atrás el centro de la villa, entramos en la parroquia de Louro, conocida por su tradición turística, sus playas y por el impresionante Monte Louro. Pero por el momento vamos tras la huella prehistórica de la villa. Nuestro destino es el petróglifo de Laxe das Rodas. Descubierto en 1956 podría ser, según expertos en el culto al sol, un calendario. Consta de un grupo de diez figuras que representan dos símbolos espirales, siete circulares y un caballo solar.
Aprovechando nuestro paso por Louro, debemos hacer otra parada en el convento de San Francisco do Rial que nos aguarda sobre un hermoso valle al pie del Monte Oroso. El camino hasta él viene marcado por un originalísimo viacrucis construido gracias a las donaciones de los fieles. Este camino de sacrificio está compuesto por quince estaciones en las que se relatan escenas de la Pasión de Cristo. En el exterior del convento, no perdáis de vista el curioso reloj de sol. Si las agujas marcan hora para el baño, bajad hasta la playa de San Francisco para refrescaros en sus aguas cristalinas. Sentid primero el calor de la arena en los pies desnudos y, acto seguido, la frescura de esta agua salada mientras os relajáis y zambullís en pensamientos y sensaciones.
Y si, después de este momento de relajación, aun os queda aliento y ganas de terminar la jornada con energía, animaros a continuar el paseo de unos cuatro kilómetros al atardecer hasta el Faro de Louro. Está situado en punta Queixal, justo al pie de los 241 metros del monte Louro. Inaugurado en 1862, su linterna ilumina la embocadura de la ría de Muros e Noia. Desde esta posición privilegiada, fue referencia de navegantes y testigo de muchos naufragios. El más conocido, el del crucero Cardenal Cisneros de la Armada Española, en 1905. Podréis subir hasta la cumbre y culminar las experiencias vividas con una increíble panorámica de este tramo de costa. Sentaros e id recuperándoos de la dura pendiente mirando a vuestro alrededor. De un lado, la playa de San Francisco que acabáis de dejar atrás; de frente, la ría y, del otro lado, el solitario areal de Ancoradoiro y a lagoa de Xarfas, declarada espacio de interés natural.
Situados a esta altura tendréis una mejor perspectiva para recordar las experiencias vividas en estos dos días en los que, de sur a norte, trazaréis con vuestros pasos el contorno de la ría de Muros e Noia.